El vino no cura ninguna enfermedad.
No es un medicamento.
Hay que tomarlo con mucha moderación.
No obstante lo dicho, muchos estudios avalan sus repercusiones positivas en la salud humana,
Repetimos, ni cura, ni es medicina.
En muchas culturas, el vino se asocia con la eterna juventud.
Se ha comprobado que el resveratrol, una sustancia química presente en las uvas rojas, es un antioxidante eficaz contra infecciones provocadas por bacterias y hongos.
Evita o ralentiza la aparición de arrugas en la piel y, al parecer, contrarresta efectos negativos o síntomas de distinta consideración en patologías cardiacas, acumulaciones elevadas de colesterol malo y procesos cancerosos.
Corazón
Mantiene limpios los vasos sanguíneos y la sangre.
Colesterol
Dificulta la formación de coágulos.
Omega 3
Aumenta la concentración de los ácidos grasos Omega 3, incrementando el rendimiento funcional de las neuronas cerebrales.
Artrosis
Reduce la probabilidad de padecer artritis reumática.
Cáncer
Aminora riesgos en cánceres de colon, mama y pulmón.
Piel
El vino tinto contiene flavonoides, una sustancia que alivia las consecuencias negativas de prolongadas exposiciones a los rayos ultravioleta.
Obesidad
Disminuye la acumulación de células adiposas en todo el cuerpo.
Cerebro
Refuerza las capacidades cognitivas y retrasa la aparición de demencias y enfermedades degenerativas del cerebro.
Felicidad
Con el consumo moderado de vino, aumentan las endorfinas, los neurotransmisores antidepresivos relacionados con la felicidad.